Bueno, aquí estoy de nuevo con mis nuevas piezas. Estas vienen desde muy lejos, "del otro lado del charco" como se suele decir.
Son de Chile, y las tengo gracias a la "amistad" que se genera con esto del coleccionismo.
La historia es bonita. Mi hijo Eñaut lleva ya dos años haciendo un curioso intercambio con un chileno de nombre Claudio Ramirez, de San Francisco del Mostazal. Un buen día Claudio, valla usted a saber como, le envió un correo a Eñaut, planteándole un intercambio de materiales, o viceversa, que cosas tiene el destino, y ya para ser cierto, no se quien le mando el e-mail a quien, la cosa es que ellos se escribieron y se pusieron de acuerdo a través de miles de kilómetros por medio de un ordenador y un correo electrónico.
Sus objetivos son distintos, Claudio colecciona tapón de rosca de plástico y Eñaut tapón corona. La cosa es, que ha querido, que el uno le mande al otro, tapones de plástico, y el otro le mande al uno, tapones corona, ¿no es precioso?.
Dos personas que no se conocen, que no se han visto nunca, con miles de kilometros por medio y un océano inmenso incluido, mantienen una escueta y comprometida amistad, basada en el compromiso de devolverse un paquetito con pequeñas piezas, las unas de plástico, las otras de metal, que supongo hacen en cada uno vibrar multitud de emociones cuando llegan a su destino.
Que sencillo y maravilloso podría ser el mundo...
¿no os parece?
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