jueves, 1 de octubre de 2009

EL AGUA Y YO
Historia de una convivencia.

Todo esto, es un enrevesado reto para conseguir un objetivo. Congraciarme con el agua, vital elemento necesario para la vida.

El agua y yo nunca hemos sido grandes amigos. Mas bien se diría que soy una persona de secano, tal vez de nacimiento. Nací en un pueblecito de la provincia de Zamora. Aunque después, a partir de los tres años, mi vida a discurrido mas cerca del mar, en Bizkaia.

El agua me gusta como elemento estético. Siempre me gusto el “txirimiri”, hoy tan escaso. Admiro el mar. Aunque cuando tengo que elegir me marcho al monte. Me gusta el murmullo del agua discurriendo por un riachuelo, pero luego tengo un problema, a la hora de incorporarla a mis rutinas vitales, el agua y yo somos incompatibles.

Relación Amor-Odio.
Si tendría que hacer una valoración entre si la amo más que la odio si la amo o si la odio más que la amo, creo que la balanza quedaría a cero.

Tengo serias razones para temerla. Por dos veces se me ha intentado llevar, ante mi falta de pericia en la natación, y son malos tragos doy fe de ello.

No siento una necesidad compulsiva de lavarme constantemente o de ducharme obligatoriamente una vez al día. Pero aun hay un problema mayor, me cuesta mucho beber agua, ese elemento vital para la vida como decía antes. Incluso en verano mi resistencia a la sed es importante.

Con el paso de los años he sufrido varias veces cólicos renales, y siempre me han dicho que tengo que beber mucha agua, que gran problema, es una medicina varata, pero a mi es la que más me cuesta.

Últimamente hace apenas cuatro meses tuve un nuevo cólico, y el ultimo me sorprendió tan solo hace mes y medio. Fue mas severo que el primero y tuve que estar tomando antibióticos durante diez días. Desde entonces, estoy intentando congraciarme con el agua.

He conseguido grandes logros, aunque me cuesta. Por ejemplo, tomar un baso de agua en ayunas todos los días. Tomar un vaso de agua tras haber ido al servicio. Poner cerca una botella de agua…

Poco a poco voy consiguiendo que el agua entre en mi vida, que es lo importante.

Del Agua a la colección de chapas.

Al hilo de mis necesidades personales, me ha surgido una especial admiración por el agua ayudando a mi hijo a llevar su colección de “iturris”, que es como se les a llamado siempre aquí a las chapas, tapones corona, etc.

Las chapas de agua no tienen mucha aceptación entre los coleccionistas, son como el patito feo de las colecciones de chapas. Todo el mundo colecciona cerveza o cava, o se especializa en marcas concretas, como CocaCola, Guines,...pero poca gente colecciona chapas de agua.

Esta decisión tal vez haya sido también motivada por nuestras visitas a varias plantas embotelladoras de agua, en busca de las tan preciadas chapas para la colección de mi hijo. Tal vez, la amabilidad con la que hemos sido recibidos en todas ellas. Primero fue Aguas de Calabor, cerca de Sanabria, que casualidad, provincia de Zamora, donde Maria nos contó y nos enseño lo contable y lo enseñable. Mas tarde serán nuestras ya unas cuantas visitas a Agua de Insalus en Lizartza, donde tanto Michel como Amaia nos han dispensado siempre un exquisito trato, lo que ha hecho que seamos asiduos visitantes, de al menos una vez al año, en busca de las preciadas chapas y etiquetas. Luego fue la visita a Agua de Betelu, y finalmente no hace mucho Aguas de Belascoain, donde aunque nos dijeron que no se podía visitar la planta embotelladora tuvieron la amabilidad de enviarnos chapas y etiquetas.

Otro motivo por el que yo haya tomado la decisión de llevar la colección de las chapas de agua tal vez sea mi rebeldía innata, esa pasión por las cosas que la mayoría no hace caso, por el ir contracorriente, no como decisión visceral, sin más ni más, sino tal vez por que mis gustos nunca coincidieron mucho con los de las mayorías. No soy seguidor de modas, y no me dejo dirigir fácilmente. En medio de un mundo de coleccionistas de chapas de cerveza o cava, yo me decanto por el agua.

Muchas pequeñas y poco claras razones tal vez, pero así es la vida, llena de pequeñas cosas, a veces difíciles de explicar o de entender.

Así que aquí me encuentro yo, heredero temporal de una parte de la colección de chapas de mi hijo, de la que ya he empezado a hacer mis primeros cambios de forma autónoma en un reciente encuentro en Madrid con integrantes del Foro Tapón Corona al que mi hijo pertenece.

Por fin parece que le he encontrado el gusto al agua, aunque sea ayudado por pequeñas argucias como esta, que además me parece muy interesante desde el punto de vista de la interrelación personal, del diseño y la imagen, cuestiones que siempre me han gustado, etc.

Parece una tontería, pero he aprendido a fijarme en las chapas, en sus diseños, en como resolver un problema de comunicación y diseño en apenas cuatro centímetros cuadrados, en apreciar el trabajo de quien pacientemente las ha diseñado. Me ha fascinado ver que un fabricante de chapas al igual que el mejor de los artistas firma cada una de estas "pequeñas" e "insignificantes" piezas con su logotipo, reminiscencia de un pasado de artesanos gremiales. Y que quede claro que lo de pequeñas e insignificantes, lo digo desde la perspectiva de que la inmensa mayoria de ellas termiraran en el cubo de la basura de cualquier establecimiento hostelero.

Mi hijo, me ha enseñado a ver las mas pequeñas diferencias en una pieza, muchas veces con tan solo un vistazo. He constatado y puedo reconfirmar aquello de que lo pequeño es bello.

Espero que disfrutes viendo estos pequeños pedazos de metal y te invito a que si tienes por hay alguna de estas pequeñas maravillas y te quieres deshacer de ellas me las envíes. Yo cuidare de ellas.

Ni que decir tiene que si tu también tienes adicción a coleccionar chapas de agua y tienes piezas repetidas podemos intercambiarnos piezas.